lunes, 14 de junio de 2010

Todo en orden

Desde ayer, por fin todos los aficionados de la Real Sociedad vuelven a apoyar a un equipo que juega en primera división. Siempre nos extrañó que un equipo de segunda pudiera mantener a tantos fieles seguidores. Ahora el mundo se endereza, está por volver a la normalidad... cuando los festejos en la calle y las banderas desaparezcan. Yo estoy en una transición parecida. Después de estar cuatro meses lejos me toca regresar a mi lugar, mi casa.
Todo en orden: la Real a primera y la mexicana a México.

domingo, 13 de junio de 2010

Ahora sí me puedo llamar mochilera

Ayer despertamos todavía en París. Me cuesta creer todo lo que hemos hecho los últimos días. Sin perder el tiempo, al día siguiente de presentar nuestro último examen empezamos el viaje, uno que había querido hacer desde chica, con mochilas al hombro, hostales, comidas baratas y muchos, muchos lugares hermosos. Tengo ojeras, dolor de pies y la cara y el cabello quemados por el sol. Estoy cansadísima pero feliz por la fortuna de haber viajado hasta marearme.

Los últimos días en Donosti Karla y yo nos preocupamos más por los exámenes que por planear el viaje. En un par de días salió todo: el itinerario, el transporte y el hospedaje, y la verdad, aunque hubiéramos tenido más tiempo para prepararlo no nos hubiera salido mejor. Quedamos entonces de salir temprano de Donosti en autobús a Zaragoza, de ahí, el mismo día tomamos un vuelo a Roma. Allá nos encontramos con Tay y paseamos por dos días. Luego, un tren nocturno hasta Viena. Otros dos días. Otro tren nocturno, ahora a Zurich. dos días. Tren a Berna. Un día. Tren hacia París. Tres días. Regreso: por la mañana tren a Burdeos, por la noche tren a Hendaya y Euskotren a Donosti.

Concentrar tantos placeres de la vida en tan poco tiempo debería ser ilegal, luego por eso hay temporadas de carestía. Mis ojos se fascinaban con paisajes rurales y urbanos, arquitectura histórica y moderna de todos los estilos, fuentes, ríos, puentes, parques, bosques, lagos cristalinos. Hartas de pan de caja y embutidos nos volvimos locas cuando saboreamos aunque sólo una vez fuera los gelattos italianos, las trufas de chocolate, el pollo, las papas gratinadas, la sandía, la crepa de nutella, el eclair de café. Un día bebimos de unos vasitos de chocolate y disfrutamos Roma iluminada desde un mirador. Otro día paseamos por un jardín de rosas y dormimos en un jardín fresco y verde. Un día caluroso nos sentamos junto a un lago de agua limpia y fresca. Otro día conocí de cerquita a los osos. Un día aprendí sobre arte y cené queso y tinto frente a la torre Eiffel.

Viajar es una de las cosas que más disfruto, pero cuando un viaje está por terminar también agradezco llegar a casa a descansar. Aquí estoy ahora, en mi casa de Donosti, pero el gran viaje que empezó hace más de cuatro meses también está llegando a su fin. Quiero regresar a casa y descansar y comprartir mis aventuras y verlos a todos. Me da miedo irme. Me emociona llegar.