sábado, 9 de octubre de 2010

XVs



Mi mamá sugirió hoy escribir un blog sobre la odisea en la que nos metimos para preparar un evento, la tradicional fiesta para celebrar el cumpleaños de la niña que pasa a ser jovencita (entiéndase mi hermana). En lo que nos decidimos podemos ir haciendo el cáliz con este post.

Hace algunos meses María se decidió a romper con la apatía de sus hermanas mayores y ser la primera hija en celebrar, según marca la tradición mexicana, su cumpleaños número quince con un fiestón de los buenos.
El paso número uno era escoger el tema (porque obvio... las fiestas temáticas son lo de hoy...). Tooodos queríamos aportar nuestras ideas: la India! Egipto! carnavales! y luego empezábamos a desvariar: astronautas! Indiana Jones! Louis XIV! La misión era casi imposible, el tema tenía que ser al mismo tiempo chic, realizable y original (aunque ya nada puede ser original!). Después de consultas, votaciones y demás María se decidió al fin: Hawai.
Segundo paso, visitar venues. Con comitiva de asesoras María visitó algunos salones de fiesta. Las recomendaciones de los que ya no quedaban en la ciudad quedaron descartadas (porque la verdad “Km 999, Carretera a un pueblo que ya no es Guadalajara” no se ve chic en una invitación, digo yo). Todo se resumía al final a tres opciones viables, pero la del festejo ya había elegido su favorito. Con obsesivo afán de asegurar la mejor decisión, su hermana mayor sacó a relucir su ñoñez y con una tabla con la suma de servicios y presupuestos y un análisis comparativo de pros y contras concluyó que efectivamente… el lugar que había elegido la festejada era el mejor.
Para apartarlo había que decidir el día, y ni eso era fácil. Tenía que ser un viernes en el que los amigos de María estuvieran disponibles. El más cercano a su cumpleaños estarían de vacaciones, el que seguía en un encuentro deportivo. Entonces sería dos semanas después… aunque luego nos enteraríamos de la fecha del concierto de U2.
Tercer paso, platicar con la organizadora de eventos. La fresada esa de contratar a alguien para que organice la fiesta sí resultó ser la mejor opción. Hasta María se apantalló con la experiencia de la muchachita empresaria. Todo lo propuso: la decoración, la mejor opción de comida, la mejor opción para pista y música… hasta el tip más insignificante se sabía. Para la segunda reunión María se puso a nivel y con toda seguridad fue siguiendo una lista de asuntos: “¿la decoración de los puestos de comida no está ya contemplada en la decoración del lugar?”, “¿qué nos recomiendas para bajar el presupuesto?”. Con toda la suerte, aunque la chava tenía agendado ya todo el mes, el día que necesitaba María estaba disponible.
Ya con el acelere la hermana diseñadora empezó ese mismo día a sugerir opciones de invitación y en unos minutos logramos un diseño con todo y paleta de colores.
La fiesta es para la niña María, y por supuesto ella tendrá la última palabra (bueno, la penúltima antes que sus papás). La cosa es que todos estamos emocionados y queremos opinar y escoger y divertirnos organizando la fiesta que nunca tuvimos. María, por suerte, nos tiene paciencia… a ratos… porque aunque la desesperemos con ridículas ideas como que haga su entrada con traje de astronauta o baile con sus amigas Lady Gaga, el gran grupo de asesores sí le da de vez en cuando alguna buena sugerencia.
Ah, por cierto, ¿comenté que para la fiesta faltan todavía más de siete meses?

lunes, 20 de septiembre de 2010

Grande la abuelita

Uno podría pensar que desmerece cerca de alguien que ha llevado una vida notable y ejemplar. A mí, por el contrario, me hace sentir importante, honrada de cargar los genes de alguien a quien además de admirar quiero mucho.
Ayer celebramos los 80 de mi abuelita con un festejo que no era para menos. Una congregación medio bizarrona y heterogénea que tenía en común el cariño y reconocimiento por Abi (con otros nombres para otras personas). Acompañada por gente importante para ella en todas sus etapas y facetas se sintió contenta y agradecida, y eso por supuesto se contagió.
Abi es mi abuelita, y a través de la faceta con la que me tocó conocerla vislumbro unas veces con más claridad que otras sus otras facetas de mujer líder, participativa y comprometida. Abi nos mostró siempre su cariño con su enorme paciencia, su hospitalidad, sus detalles generosos, sus apapachos. Nos puso ejemplo con su gran inteligencia, fortaleza, perseverancia, constante lucha de superación y su labor incansable siempre por los demás.
No me queda duda que a las virtudes de jefa de familia se le suman a las de una mujer trabajadora y exitosa, constancia de más hubo ayer con el testimonio de tantos amigos. Después de varias entrevistas constaté que aunque me perdí 59 años de su vida las grandes cualidades que le conocí la han acompañado siempre en todo proyecto, por eso somos tantos los que la admiramos y respetamos. Y sí, Abi es grande.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Alas prestadas de la señorita pájaro

A mí eso de ser poeta no se me da. Olvidarme de metáforas trilladas, despegarme de convenciones, orquestar sutilmente un ritmo o mezclar talentosamente los ingredientes para dar a un texto un sabor refinado y único son cosas dificilísimas para mí. Será mi extraña obsesión por el orden y la claridad, junto con mi severo problema de tener palabras bailando distraídas en mi cabeza que al momento de la función olvidan salir.
La señorita pájaro, sin imaginarlo, me alivianó la noche de trabajo que me esperaba cuando publicó un link y compartió su cofre de tesoritos. Y yo leí y vi y me emocioné (cosa tan bella esa del placer estético), pero esta vez no se pareció ni tantito a leer un escritor consagrado o ver una serie premiada de fotografía. Gran abismo: la señorita pájaro está más cerca, es mi amiga y la quiero.
Así con un optimismo espontáneo me pongo a pensar en la suerte de conocer gente tan bonita y diferente a mí, que si no fuera por extraordinarias circunstancias de la vida nunca habría llegado a conocer. Me conmuevo al reconocer su talento y me contagio con sus ideas y su forma de ver la vida. Aunque yo no sea poeta tengo unas alas prestadas para volar.

martes, 24 de agosto de 2010

Escritura automática

"Escribid a prisa, sin tema pensado de antemano; lo bastante a prisa para no recordar y no veros tentados a releer lo escrito. La primera frase vendrá por sí sola, tan cierto es que en cada segundo hay una frase, extraña a nuestro pensamiento conciente, que está pidiendo exteriorizarse..."
André Breton

No puedo volar si quisiera entraría en una fase terminal cuando ladra la ballena más le vale reír y disimular la carga que llevo sería útil en la manera en que el mundo se mueve en lo particular yo quisiera un helado de cajeta miel de chocolate solo me quedo sin ojos de ti.
Llueve en la azotea pero parece que nieva. Será que mañana es tiempo de oro y la plata se ha quedado fuera. No quiero volver atrás y ver la cara de cuantos se han caído. Ya sería mejor estar al tanto de una nueva salida que ante todo se presente como nueva soy la misma de siempre. De dónde hemos salido y mañana vendrá el ayer.
Si pudiera escribir un verso sería para dártelo con rosas y besos no puedo estás. Mi casa me quema. Qué haz hecho para ver ésto si supieras la verdad tal vez morirías no quiero volver quiero estar. La sombra del ayer y la del nuevo día. Sombras y luces, todo, nada. Cielo.
Más lejos de la calle puedo verme original que encuentro mi casa. Sólo dios sabe, sólo él. Y si no me atrevo a verte como nunca te había visto tal vez puedas encontrar algo diferente en mí que te ayude a terminar la tarea. Puedo atreverme a ser veloz y puedo brillar pero no puedo quedarme en el pasado. Dulce carolina devuélveme mi paleta.


Quiiuuubo... Surrealismo puro..! Ahora nomás necesito un psicólogo que me analice y ayude a sanar mis traumas emocionales.

lunes, 23 de agosto de 2010

Juan

Aquí les va un refrito de hace más de dos meses para que Bnjmn desmienta mi historia si así lo amerita, al fin y al cabo fue su idea que la escribiera y posteara. Va tarde pero también va como una especie de tributo a las cientos de aventuras de los meses pasados. Salud, compañeros de viaje.


Juan Gabriel llegó por segunda vez a España con mercancía. Llevaba un kilo de cocaína escondida en los zapatos cuando los agentes de seguridad de la terminal 4 del aeropuerto de Madrid lo detuvieron. Nunca supo qué falló esa vez, un cuatro o sólo nervios daba igual, ahora iba a estar preso seis años.
Tenía 25 años cuando en Durango le ofrecieron la oportunidad de viajar a España. No lo pensó mucho. El salario de taxista de su papá y el de trabajo de limpieza de su mamá no habían sido suficientes para pagarle estudios universitarios. Viajar a Europa era una oportunidad única, aún con los riesgos que suponía. Sí, quería ayudar a su familia, pero no negaba lo excitante que le parecía la aventura.
Primero viajó a Madrid. Juan disfrutó un mes las vacaciones más fascinantes de su vida, todos los gastos pagados. Luego vino un trabajito a Panamá. Con el dinero al regreso de México había podido comprarse su taxi. Siguió uno a Italia. Ahí hizo una visita especial al Vaticano. Bajó a las criptas y junto a los restos de San Pedro Apóstol, junto al altar de la Virgen de Guadalupe, se puso a orar. Sintió que las lágrimas que le escurrían sin parar lo iban limpiando y se llevaban con ellas sus pecados. Salió al sol sintiendo una carga más ligera. Salió sintiéndose una persona liberada.
“Oiga mamá, voy a buscarme la vida en España. Voy a irme por 10 años”, dijo antes de partir por segunda vez a Madrid. Pero las cosas no salieron como había pensado. Recluido en Zaragoza por tres años había pasado momentos difíciles pero nunca tan duros como los que podría haber pasado en México, y lo sabía. Los españoles le daban la oportunidad de estudiar una licenciatura y además, si su buen comportamiento lo ameritaba pasaría seis días con sabor a libertad cada mes y medio hasta cumplir la condena.
El destino sorprendió a Juan con un trabajo de delincuente y lo convirtió más tarde al ser descubierto en un recluso. Ahora que Juan voltea hacia atrás no se arrepiente de nada. Piensa que los seis años de cárcel es la paga que bien merecen los viajes que hizo y sus estudios. Cuando regrese a México tal vez no tenga necesidad de volver a delinquir para conseguir dinero, Juan ya es un arquitecto.

Desde una visión más humana los reclusorios como verdaderos “centros de readaptación social” deben dar posibilidades de desarrollo a los reclusos. Muchas de las personas que han cometido delitos no son seres malditos que merecen castigo eterno. Las fallas en el sistema dejan a miles en la desesperación y los empujan a salirse de la ley, todos buscamos sobrevivir. La educación y un trato digno pueden reformar y ofrecer el camino de una vida honrada.
Sí se valen las segundas oportunidades.

viernes, 2 de julio de 2010

Tik tok y llegó la depresión post-erasmus

Hoy, sentada en el auditorio de un club deportivo de la ciudad de Guadalajara, viendo una desabrida coreografía de jazz con cuatro niñas, se me escapó una lagrimita. No por la pena que me daba la inexpresiva presentación de las criaturitas sino porque no podía sentirme en una circunstancia más diferente a la que había estado viviendo unas semanas atrás. Sufro, queridos lectores, de un síndrome clínicamente probado: la depresión post-erasmus.
Me advirtieron que regresar a casa iba a ser difícil. Para mí que ya he pasado por un regreso a casa no va ser, siempre pensé. Y no lo fue, por lo menos la primera semana llena de novedades y reencuentros, pero hoy sin decir agua va la nostalgia me invadió por unos minutos. Quién sabe a qué botón automático es capaz de llegar la música. Sólo escuchar los primeros segundos de Tik tok detonó una cadenita de recuerdos que me llevó de cantar en la sala de la casa con Karla y Tay a salir a los bares de la parte vieja y luego desayunar unos huevos revueltos (hechos por mí) con un café cargadito y luego tomar el sol en los jardines de Miramar y luego puras cosas bonitas que ya no puedo hacer.
Mi mamá me dijo que le gustaría leer un último post en el que cierre la crónica de las aventuras de la mexicana en España. Yo ya lo había pensado, y luego lo volví a pensar y ya no quise hacerlo. No sé si sea una especie de negación evitar ese cierre para agarrarme todavía del bordecito que me hace sentir que Donosti no está tan lejos. No sé si tenga que ver que voy a cumplir dos semanas en casa y todavía no deshago maletas.
No quiero escribir "Eso es todo amigos". Tampoco (al menos ahora) quiero abandonar el blog. Parte de la depresión post-erasmus (aunque en mi caso no me gustaría llarmarle depresión, sino síndrome de no ubicación) es que "los estudiantes tienden a reconsiderar su vida de siempre". Y tal vez un poco en esas ande, lo que significa que por acá Banana inicia otro gran paseo, aunque éste ya no de turista.

lunes, 14 de junio de 2010

Todo en orden

Desde ayer, por fin todos los aficionados de la Real Sociedad vuelven a apoyar a un equipo que juega en primera división. Siempre nos extrañó que un equipo de segunda pudiera mantener a tantos fieles seguidores. Ahora el mundo se endereza, está por volver a la normalidad... cuando los festejos en la calle y las banderas desaparezcan. Yo estoy en una transición parecida. Después de estar cuatro meses lejos me toca regresar a mi lugar, mi casa.
Todo en orden: la Real a primera y la mexicana a México.

domingo, 13 de junio de 2010

Ahora sí me puedo llamar mochilera

Ayer despertamos todavía en París. Me cuesta creer todo lo que hemos hecho los últimos días. Sin perder el tiempo, al día siguiente de presentar nuestro último examen empezamos el viaje, uno que había querido hacer desde chica, con mochilas al hombro, hostales, comidas baratas y muchos, muchos lugares hermosos. Tengo ojeras, dolor de pies y la cara y el cabello quemados por el sol. Estoy cansadísima pero feliz por la fortuna de haber viajado hasta marearme.

Los últimos días en Donosti Karla y yo nos preocupamos más por los exámenes que por planear el viaje. En un par de días salió todo: el itinerario, el transporte y el hospedaje, y la verdad, aunque hubiéramos tenido más tiempo para prepararlo no nos hubiera salido mejor. Quedamos entonces de salir temprano de Donosti en autobús a Zaragoza, de ahí, el mismo día tomamos un vuelo a Roma. Allá nos encontramos con Tay y paseamos por dos días. Luego, un tren nocturno hasta Viena. Otros dos días. Otro tren nocturno, ahora a Zurich. dos días. Tren a Berna. Un día. Tren hacia París. Tres días. Regreso: por la mañana tren a Burdeos, por la noche tren a Hendaya y Euskotren a Donosti.

Concentrar tantos placeres de la vida en tan poco tiempo debería ser ilegal, luego por eso hay temporadas de carestía. Mis ojos se fascinaban con paisajes rurales y urbanos, arquitectura histórica y moderna de todos los estilos, fuentes, ríos, puentes, parques, bosques, lagos cristalinos. Hartas de pan de caja y embutidos nos volvimos locas cuando saboreamos aunque sólo una vez fuera los gelattos italianos, las trufas de chocolate, el pollo, las papas gratinadas, la sandía, la crepa de nutella, el eclair de café. Un día bebimos de unos vasitos de chocolate y disfrutamos Roma iluminada desde un mirador. Otro día paseamos por un jardín de rosas y dormimos en un jardín fresco y verde. Un día caluroso nos sentamos junto a un lago de agua limpia y fresca. Otro día conocí de cerquita a los osos. Un día aprendí sobre arte y cené queso y tinto frente a la torre Eiffel.

Viajar es una de las cosas que más disfruto, pero cuando un viaje está por terminar también agradezco llegar a casa a descansar. Aquí estoy ahora, en mi casa de Donosti, pero el gran viaje que empezó hace más de cuatro meses también está llegando a su fin. Quiero regresar a casa y descansar y comprartir mis aventuras y verlos a todos. Me da miedo irme. Me emociona llegar.

lunes, 31 de mayo de 2010

Escuela

Parece que todos los latinoamericanos coincidimos en que el sistema de educación español es bastante… chafa, por no decir otro adjetivo que alerte a algún lector gachupín perdido por aquí. Resulta pues, que desde el principio nos dimos cuenta de que nos gustaban más las clases en nuestras universidades de origen, que nos gustaba más leer textos y debatir que escuchar al maestro leer diapositivas.

La actitud de los alumnos era otra cosa que hacía las clases diferentes. Algo sí que es cierto, en puntualidad y silencio en el aula puedo asegurar que nos ganaban. A nosotros se nos olvidan a veces esas ligeras cuestiones de respeto. La mayoría de los estudiantes, algo más tímida para levantar la mano, parecían estatuitas absortas frente al ordenador, sin siquiera voltear al profesor para responder a la pregunta “¿Ha quedado claro?”. Y no los culpo, si copiar en una hoja de Word las diapositivas de Power Point que el maestro va pasando en clase basta para estudiar y pasar en el examen entonces eso es lo que va. Y si no asistir nunca a clase y conseguir por otro lado los apuntes también basta, pues es lógico que también suceda con frecuencia.

Estudiar para un examen es algo que no hacía desde hace muchos años, y estudiar de la manera como la que tuve que estudiar para éstos tal vez nunca lo hice. Durante el semestre no tuvimos tareas ni trabajos, todo el proceso de estudio se condensó en los últimos días. Eso me hace dudar de la eficacia del sistema.
No estoy en contra de los exámenes, estoy en contra de que la respuesta a cuatro preguntas tenga un valor porcentual tan alto. No me parece que la suerte juegue para formar una calificación que debe reflejar todo un semestre de trabajo y estudio (o estoy mal en esto?). Lo que se califica aquí es una mezcla de buena memoria y suerte. La buena memoria asegura una buena calificación, y aunque la memoria tenga fallas con suerte las cuatro preguntas son sobre temas que sí se recuerdan.

Por si no fuera obvio a estas alturas de la entrada: Sí, estoy enojada porque no me fue bien en un examen. Arggg.

viernes, 28 de mayo de 2010

Sin conexión


No hay ninguna tarjeta Airport instalada. Así, de pronto, mi Mac me avisó que se había puesto en huelga y que no iba a dar más servicio de conexión a Internet. Ni que la hubiera estado explotando.

Experimentando la lentísima e irregular señal que reciben las laps de mis roomies me puse a investigar en blogs y foros de todo tipo soluciones a mi problema, pero por más que le quito y pongo la batería y luego le pico al mismo tiempo control, command, R, P, enter, flechita y espacio durante tres punto cinco segundos y doy dos palmadas, sigue apareciendo la estúpida leyenda: No hay ninguna tarjeta... como si necesitara más de una.

Fui al servicio técnico y me recordaron que mi garantía ya había expirado. Me dijeron que si el problema era cambiar la tarjeta costaría alrededor de 150 euros, o que si sólo quería dejárselas para que la revisaran me cobrarían 78 euros por la hora de trabajo. Claro que no la dejé. (Por cierto, yo no sé qué hago estudiando comunicación si ser técnico computacional sale más chido).

En fin, mis últimos días la pasaré desconectada. Karla es optimista y me anima recordándome que la huelga inició sólo a una semana de irme y no dos meses antes. Por lo menos eso.

Calor, especias y laberintos

Hace casi una semana regresamos de Marruecos. Desde entonces hemos tenido que hacer lo que no habíamos hecho el resto del semestre, estudiar. Ya calmadas las aguas y con una disculpa por la tardanza les paso el chisme de nuestro último paseo. Para desquitar las que les debo y porque no se puede describir con pocas palabras lo que vimos les dejo en esta entrada una buena cantidad de material de lectura.



Muy solidarias, Tay y yo llegamos junto con Karla al aeropuerto de Madrid hacia las dos de la mañana. Su vuelo a Marrakech salía a las 6:30, el nuestro hasta las 9:50. Así empezaron las nuevas experiencias, durmiendo en el aeropuerto un rato en el piso, otro en la sala de espera.

Después de un complicado aterrizaje con turbulencias que dejaron empapado de sudor al chavo junto a mí, por fin pusimos los pies en África. Karla que ya llevaba algunas horas esperándonos y había tenido tiempo de sobra de aprenderse el aeropuerto nos señaló lo indispensable antes de salir: los baños, la casa de cambio y una zona de compras con ambiente místico. Me empezaron a sorprender los colores vivos de las telas, la mezcla de olores intensos, el particular sonido de la música árabe y las caras de extraño placer de los turistas que la escuchaban sentados en sofás acojinados. Y todavía no salíamos del aeropuerto.

Pasando las puertas, los marroquíes no tardaron en acercarse para convencernos de que tomar el taxi era mejor opción que el autobús. Así se presentaron: grandes negociantes, insistentes y poco pacientes. Prevenidas de la facilidad con que algunos marroquíes llegan a embaucar a los turistas, tomamos nuestro tiempo y decidimos con calma. De acuerdo, 70 dirhams y nos dejaba justo frente a nuestro Riad.

Segunda gran sorpresa: las calles y vialidad de Marrakech. Coches, motos o burros por igual respetan poco los sentidos, los carriles y las banquetas, cada quien va por donde haya un huequito que le acomode. Los peatones marroquíes tienen que ser valientes toreros y rápidos atletas.

Entramos a la ciudad amurallada hasta la puerta Bab Doukala, la más cercana al Riad. “¿Dónde está el hotel?” le preguntamos al taxista. “Ahí”, nos respondió señalando unas puertas. Pagamos con billetes de 20 y al no haber amago para la búsqueda de moneditas exigimos nuestro cambio.
Mexicanas: “¿Y nuestro cambio?”
Señor taxista: “80 DH. Las maletas…”
Mexicanas: “No quedamos en eso. Dijimos 70 DH.”
Señor taxista: Balbuceo ininteligible. Le da a Tay una moneda.
Ana: “Esa moneda es de 5 DH”.
Tay: “Faltan otros 5 DH”.
Señor taxista: Rezongos y palabras de molestia en árabe (Queremos suponer que dijo: “Estas muchachitas tan guapas sí que salieron abusadas”). Nos da por fin el cambio completo.

Nos dirigimos al vago ahí del taxista para encontrarnos con una especie de taller mecánico. Un minuto solas y ya estábamos perdidas. Temerosas caminamos hacia la avenida principal hasta que encontramos el Tribunal, el lugar donde Aranza nos había dicho que nos podría recoger. Qué suerte esa de llegar con avanzada que nos supiera guiar entre callejones hasta el Riad. Medio trácalas el taxista, pero por lo menos sí nos había llevado lo más cerca posible.

El Riad es una casa tradicional pero acondicionada como hostal. El Riad Massin tenía un patio muy agradable y fresco donde nos recibieron con te de menta mientras amablemente nos señalaron en el mapa algunos lugares de interés y nos daban algunas recomendaciones. Una refrescadita nomás después de la noche mal dormida y sin tardar más salimos a la aventura.

La primera parada, por supuesto, tenía que ser para recargar energía. Llegamos directo a la plaza Jemaa El Fna donde vimos por primera vez los famosos encantadores de serpientes y adiestradores de monos que se dejan tomar fotos por loqueseasuvoluntad. Ahí mismo encontramos una opción barata para comer los platillos típicos, el couscous y el tajin.

El souk, el mercado más grande, es realmente un conjunto de callejuelas con una increíble cantidad de tiendas para atrapar turistas dispuestos a hacer shopping diferente: esquivando motos y regateando precios. Ahí nos dimos cuenta de lo multilingües que son los marroquíes. Si nos veían facha de francesas, nos hablaban en francés, de inglesas en inglés y de españolas en español (nomás nunca le atinaron a que éramos mexicanas, por supuesto). Cuando Aranza se quería safar de alguno y hablaba en italiano ellos, por supuesto, respondían también en italiano. A los gritos de “¡María, María!”, los vendedores trataban de llamar nuestra atención. “Pasa, pasa, sólo ver” nos invitaban, y cuando nos disculpábamos mientras nos alejábamos añadían “Mmm, banca rota”.

El color de moda lo pone el desierto. Seguramente como decía Tay la empresa que produce el tono entre arena y marrón con el que pintan todas las casas, edificios y construcciones de Marrakech debe hacer una enorme fortuna. Marrakech es pues, una ciudad muy combinada, pero en parte esa uniformidad, junto con una mala señalización y calles torcidas la convierten en un laberinto para el turista.

Un mapa no sirve en Marrakech, valen más los ojos, la intuición y una actitud segura. Cualquier asomo de duda sirve para que algún marroquí interesado se acerque a ayudar señalando direcciones que llevan al puesto de un amigo. Sin siquiera saber a dónde te diriges ya quieren decir cómo ir a la mezquita, el museo o la plaza. Así pues, llegar a donde queríamos era una proeza para celebrar. Como descubridora de un tesoro se me calló la baba cuando entramos al Palacio Bahia o a la Medersa Ben Youssef.

A pesar de que poco a poco fuimos reconociendo muchas semejanzas entre México y Marruecos fue extraña la constante sensación de los primeros días de estar perdida en otro mundo, de flotar en una realidad desconocida incapaz de ver, escuchar y hablar como de costumbre. Mientras viajábamos en el metro de Madrid a la estación de autobuses para regresar a Donosti sentía como si acabara de regresar de un viaje en el tiempo, sorprendida como aún sigo de las enormes diferencias entre culturas y personas. ¿De verdad somos del mismo planeta?

jueves, 13 de mayo de 2010

El inicio del fin (qué título más dramático)


Aunque no nos guste ya empezaron las despedidas. Chuy, después de contar 105 días fuera de casa va a regresar por fin a Betania. Lo curioso del asunto es que nosotros estamos más tristes que él. La partida de Chuy sólo nos recuerda que la nuestra inevitablemente se aproxima.
Ver el calendario ya nos asusta. Antes le dábamos la vuelta a varias páginas decidiendo los días para planear viajes o paseos y ahora sólo vemos mayo y junio. Todo lo que queremos hacer tiene que caber en 42 cuadritos de calendario.
No es poco tiempo. Si pensáramos más en los días que faltan para llegar a México que en los días que nos quedan en Europa nos desesperaríamos al darnos cuenta de lo mucho que tiene que transcurrir, como le pasó a Chuy. Lo que a nosotras nos empieza a poner nerviosas es que las cosas ya están cambiando. Vamos a vivir con un roomie menos, ya no vamos a venir a clases, sólo a exámenes, y lo mejor: vamos a empezar El Viaje.
Ayer por fin Karla y yo nos sentamos en el comedor para decidir rutas y destinos. Me emociona mucho volver a Roma y París y poder conocer Austria, Suiza y Alemania. Ayer empezamos a bosquejar el viaje pero falta definirlo, planear muchas cosas.
Lo haremos luego porque justo ahora estamos ocupadísimas. Tenemos que preparar un paseíto a Marruecos. Cómo sufrimos, que alguien se apiade de nosotras.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Finde de lluvia y visita


En San Sebastián llueve y desde hace días no vemos el sol. Aranza toma el camión despidiéndose de una ciudad más húmeda que de costumbre. Ni modo, así es la cosa con el clima de Donosti. Aunque no hubo paseos al monte ni tardes en la playa me alegró mucho su visita y que haya conocido una partecita de mi vida en España.
Desde el sábado por la tarde estaba ya desesperada contando los minutos para que dieran las 22:30. Salí a la playa y los intensos rayos de sol sólo me dejaron disfrutar de mi lectura por media hora. Qué ironía que sólo unas horas más tarde el sol se iba a ocultar por el resto del fin de semana.
Desde que llegó Aranza estuve de presumida. Caminaba junto a ella señalando lugares, indicando rutas, contando historias y dando datos inútiles. Aranza sólo me escuchaba paciente y me daba rollo. La visita a Bilbao y al Guggenheim la disfrutamos mucho, yo especialmente por haberla hecho junto a ella.
Al día siguiente, el paseo por Donosti no salió como hubiera querido. Había muchos lugares que quería enseñarle y al final el clima no nos dejó. Si el chiste de su visita era disfrutar no veía mucho sentido en luchar contra el frío y el viento para ver unas esculturas junto al mar o una vista panorámica que hubiera resultado gris y borrosa.
Una loquita como yo que planea tantas cosas en la mente a veces se frustra cuando se topa con la imprevisible realidad, pero la verdad (y concluyo muchas veces así no sé si por convicción o por una necesidad de optimismo para la supervivencia), al final y como siempre la cosa no resulta tan mala. Los cambios de planes llegan de sorpresa pero realmente son sólo eso, cambios. La vida me reemplaza los días soleados por días de risas y cariño fraterno. Nada mal.

jueves, 29 de abril de 2010

Home alone

La fiesta en Dublín debe ser la onda. Yo por lo pronto estoy en casa, mientras todos se fueron de paseantes (y bebedores de cerveza).

No me había dado cuenta pero antes de ayer no había pasado ningún día sola desde que llegué a Donosti. Algunas cosas sí se extrañaban: salgo de la regadera y me visto con toda tranquilidad en mi cuarto; veo los programas de tele que quiero y cuando no, la tele se queda apagada; hablo sin audífonos hasta tarde por Skype; pienso, leo y duermo más...

Pero la verdad es que San Sebastián no es tan divertido sin compañía. No me gusta tanto ir al cine si no tengo a nadie con quién comentar la película. Prefiero ir a comprar la despensa acompañada para que me enseñen un producto o una buena promoción. Me gustan las sobremesas y el cafecito de la tarde.

Creía que sí era de las que les gustaba disfrutar de la soledad, y la verdad así lo fue por una temporada, pero parece que ya me desacostumbraron. Espero una visita especial y mientras me entretengo preparando su llegada. Dos días más como mi pobre angelito y con eso estuvo bueno ¿no?

viernes, 23 de abril de 2010

Semana de cine

Hace unas semanas Benja trajo al piso un folleto del Festival de Cine y Derechos Humanos que invitaba a los jóvenes a unirse a un jurado para otorgar el premio al mejor cortometraje. Y que me puse a investigar, envié mi solicitud y me volví parte del jurado.

Ayer fue la primera sesión. Llegué al Teatro Victoria Eugenia y me formé junto con muchos otros jóvenes para anotarme y recibir nuestros documentos. Como no fueron muy rigurosos en la selección del jurado… o más bien nunca pidieron como requisito tener alguna noción de cine, no sabía exactamente qué nos iba a tocar calificar. Nos dieron papeletas con el nombre de cada cortometraje y sólo dos espacios para calificar del 1 al 10: calidad técnica y concienciación sobre derechos humanos. Chale.

Lo que sí está padre es que hay una buena selección de cortos. Ayer vimos ocho, bastante larguitos para ser cortos, de muy variados países y temáticas. Me gustaron sobre todo dos: Bingo, sobre los inmigrantes holandeses trabajando en condiciones precarias y el favorito de muchos Angry Man, una tierna animación sobre un niño y la violencia en la familia.

Presumo mucho que ando con beneficios, y es que puedo ir toda la semana del Festival a ver gratis cine sin doblaje y conseguir pases para algún afortunado acompañante para películas, la inauguración, el cóctel o el concierto de clausura. Ya veremos al final qué tanto de verdad pude aprovechar.

martes, 20 de abril de 2010

Dos pa lante y dos pa tras

Un día 20 igual que hoy voy a despertar en mi casa de Guadalajara. En dos meses exactamente.

Pasando ya la mitad de mi vida donostiarra empiezo a tener sentimientos encontrados. Me invade a ratitos una nostalgia adelantada, pensando en laúltimavez de cada cosa, las oportunidades que puedo dejar pasar y lo mucho que voy a extrañar. Al mismo tiempo me emociono. Sonrío sólo de pensar que voy a abrazar a mis papás y chismear con mis amigas.

La verdad sé que falta un montón, que el futuro que inevitablemente se viene no debería distraerme del presente. Quiero decirle basta a la precoz melancolía que se empeña ocupar un pedacito de mis alegres días primaverales. Recordar que las cosas caducan nos hace apreciarlas más, vivirlas con intensidad, pero otra cosa es dejar que ese recuerdo se vuelva una molesta preocupación. Por eso basta, y que viva el presente.

jueves, 15 de abril de 2010

Música


Ayer escuché, o creí escuchar, una sencilla melodía en un teclado. Me acordé del piano y de lo mucho que extraño tocarlo. Me da pesar saber que cada día mis dedos se entorpecen más y que cuando regrese ya no podré tocar la pieza de jazz que tanto me gustaba.
Hay una escuela de música cerca de mi casa y casi todos los días vemos estudiantes caminando con estuches de distintos instrumentos. Me dan algo de envidia, igual que Marita en México que sigue practicando y avanzando (aunque en su caso también me da mucho gusto).

Pienso a veces en las cosas que podrían cambiar cuando regrese a México. En las buenas y malas costumbres que he adquirido aquí y en las cosas que estando privada de ellas he apreciado más. Creo que voy a desquitar los meses que no he tocado ni una tecla para estudiar más que antes. Será un gran placer, igual que se siente un pedacito de pastel de chocolate en la boca después de muchos meses de hacer dieta.

martes, 13 de abril de 2010

Recetas y cocina

A todos aquellos interesados en la buena alimentación de su bloggera, ésta les informa que ya sabe cocinar Pasta Alfredo y que la hace muy feliz que un poco de mantequilla, crema y queso parmesano puedan cambiar de vez en cuando el ya aburrido sabor de la salsa de tomate.
Se vale contribuir con recetas sencillas para variar su menú diario.

Viajar de roadtrip

Un viaje inicia desde el momento de tránsito. El medio de transporte define nuestro acercamiento con el destino: la velocidad, las vistas, las escalas y la posibilidad de improvisar. El coche nos dio lo que necesitábamos para movernos por distancias cortas hacia distintas ciudades de la Costa Azul y el norte de Italia. Sería un viaje pausado, con nuestro completo control y con magníficas vistas de costa y montaña. Viajamos en un espacioso y cómodo Kia Ceed. Jorge al volante, Chuy como copiloto, Tay y yo detrás. Tras nosotros (a ratos justo detrás, otros a un par de horas) un Ford Fiesta con Karla, Karol y Federico al volante.

Tal vez una de las mejores cosas de viajar en coche, por lo menos para mí, fue la libertad que ofrecía. Libertad para elegir el horario de llegada y partida (nada de correr con maletas por los andenes o pasillos de un aeropuerto) y el itinerario con los destinos y pausas necesarias. Además, debo admitirlo, cuando uno no es chofer se lo pasa de lo lindo entre pláticas, botana, sueñitos y lectura.

Todavía no sé si cometimos el error de cerrar los ojos para que el GPS fuera nuestro lazarillo. Sí era una bendición que una vocecita nos dijera “en la rotonda, segunda salida a la derecha”… cuando entendíamos y realmente salíamos a la segunda y no la primera o tercera. Cuando no, maldecíamos en coro a la inocente pantallita en vez de culparnos por distraídos. Al ver constantemente la pantalla del “Tom Tom” olvidábamos ver los clarísimos señalamientos de tránsito y en vez de seguir una ruta clara y segura nos aventurábamos por calles secundarias para toparnos con más casetas de cobro o caminos cerrados.

La tripulación del Fiesta viajaba en condiciones opuestas. Ajena a la veneración de un navegador digital abría los ojos y se reía de nuestros absurdos recorridos. El problema tal vez era que los abrían demasiado. Su atención se desviaba para admirar el paisaje o contemplar detalles de un monumento y de pronto, cuando su vista volvía al camino ya nos habían perdido.

Probablemente perdernos y luego hacer el esfuerzo para encontrarnos fue el único inconveniente en la primera parte del viaje. Luego entendimos que cada quien podía llevar su ritmo y elegir las escalas y pausas necesarias, incluso dentro de una misma ciudad, porque en un grupo de siete hay intereses y disposiciones diferentes. Aún así viajamos juntos, y de hecho, separarnos y reunirnos hacía el viaje más interesante, platicando lo que habíamos visto y compartiéndonos fotos.

La convivencia de siete paseantes requería disposición, y esa nunca faltó. A veces eran necesario ceder y ser paciente, caminar un poco menos o un poco más, levantarse temprano, comer hamburguesas o pasta o bocatas. Haciendo cuentas todos salimos ganando, nos llevamos un viaje inolvidable, con muchas fotos y anécdotas para seguir compartiendo. Gracias a Chory, Chiquitín, el Boludo, el Huevón, Tay y Karla por su paciencia, compañía, chistes y buena vibra.

viernes, 26 de marzo de 2010

Fin del invierno


Ya se empieza a notar la primavera en Donosti.
Aunque algunos arbolitos se veían muy monos floreados sólo de color rosa, el verde de las hojas se extrañaba en todos los árboles. Los adormilados troncos con patitas de araña hacia el cielo ya van despertando.
Qué gusto que el verde a vuelto, y más gusto el que tendremos en unas semanas al ver renovado el paisaje de Donosti.
Seguiremos sorprendiéndonos.

jueves, 25 de marzo de 2010

Las Fallas no fallan


Cuando uno escoge la fecha para pasearse por una ciudad normalmente escoge de dos: la fecha en la que hay menos gente para apreciar con intensidad la arquitectura, los parques y museos o la fecha en la que hay más gente para reventarse con el populacho en la fiesta tradicional. Nosotros esta vez escogimos la segunda.
Llegamos a Valencia la madrugada del jueves después de maldormir algunas horas en el autobús. Con ropa de verano aprendí a no confiar nunca más en las predicciones del clima porque cuando me prometieron sol y temperaturas mayores a los 20 grados me topé con vientos fríos y un cielo gris con llovizna. De camino al piso de Ivette, nuestra amable hospedadora, el movimiento de jóvenes a altas horas de la madrugada nos fue previniendo del ambiente fallero, de la fiesta que no acaba. Diría que qué tremenda casualidad, que qué pequeño es el mundo si no supiera que el extranjero en tierras desconocidas tiende a agruparse. Con conocidos que no sabía que estaban en Valencia y amigos de amigos formamos un buen grupo de mexicanos para disfrutar las Fallas.
El jueves en la tarde bajamos en la estación del metro para escuchar la mascletá, la primera demostración de la cantidad de pólvora que oiríamos estallar hasta el día siguiente. La multitud que ocupaba en todas las calles aledañas hasta el más pequeño espacio nos impidió acercarnos hasta la Plaza del Ayuntamiento. No me importó mucho, al fin y al cabo el espectáculo de la mascletá era el ruido, un ruido impresionante in crescendo, de explosiones que como tambores llevaban un ritmo de asombrosa precisión. Explosiones, gritos, humo y olor a pólvora, mucha pólvora.
Al terminar empezó nuestro recorrido por las fallas, grandes y pequeñas esculturas de madera, cartón y unicel. Caminar por el museo de las calles valencianas fue recorrer a pie la ciudad entera. Encontramos de todo, unas muy hermosas, otras grotescas, unas con una clara crítica social y otras algo bobas. Nos cruzamos de pronto con miles de falleros que desfilaban para ofrecer a la Virgen ramos de flores con las que adornarían su manto de más de diez metros de altura.
Para entonces ya estábamos cansadas y además muy hambrientas. Necesitábamos una pit stop si todavía queríamos sobrevivir hasta la noche. Bien comidas y descansadas salimos del depa después de las 11pm a la Alameda para ver el castillo de fuegos artificiales. Algo de verdad indescriptible. Los veinte minutos que sin parar se lanzaron fuegos artificiales estuvimos absortas, impresionadas por la belleza, cantidad y variedad de fuegos que nunca antes habíamos visto. Luego le siguió la fiesta, como las noches siguientes, una fiesta larga que no terminó hasta el amanecer.
El viernes pensábamos que ya habíamos visto demasiadas fallas… o que estábamos demasiado desveladas para salir a disfrutarlas. En la noche salimos a ocupar nuestro lugar para ver la cremà de la falla del Ayuntamiento, la quema. Les dejo abierta nuestra discusión. ¿Se vale quemar miles de horas de trabajo, pero principalmente millones de euros (en una tradición que inició con la quema de basura, por cierto) en vez de aprovechar el dinero en fines humanitarios? ¿Se vale que el primer mundo desperdicie lo que tanta falta hace en el tercer mundo?
El sábado y domingo turisteamos. Con menos basura en las calles pero principalmente con menos muchachada adicta a la pólvora que hacía estallar petardos entre la gente. Conocimos Valencia, Calatrava, los buñuelos de calabaza, la paella y la horchata (el agua que no es de arroz sino de un tubérculo que se llama chufa). Y sí, Valencia es linda, pero la verdad es que nos gusta más vivir en Donosti. Regresamos molidas, cansadas hasta para mover un dedo. Cómo no, si Fallas son días de excesos. Mucha gente, muchos petardos, muchas luces, mucha fiesta y mucha, mucha caminata.

domingo, 14 de marzo de 2010

No nos dejan tarea en la escuela, nosotras solitas nos la ponemos.



Un día Karla me preguntó si sabía qué significaban los carteles de "¿Dónde está Jon?” puestos en varias ciudades vascas. Otro día vimos en el noticiero que ya habían encontrado a Jon… en una morgue en Francia. Hoy escuché por la ventana una manifestación de cientos, tal vez miles de donostiarras gritando “¡Policía asesina!” y “¡Rubalcaba asesino!”.

Punto y aparte.

Ayer paseamos en Pamplona y nos encontramos con señales y nombres en euskera, que el deporte tradicional es la pelota vasca y que en las tienditas de souvenirs venden artículos con la bandera de Euskadi.

Punto y aparte.

No saber algunas cosas no nos deja tranquilas, somos curiosas. Llevamos un buen rato leyendo, dando clicks, contándonos nuestros descubrimientos y comentando al respecto.

Nos hemos enterado de que Jon Anza era un etarra que desapareció en abril de 2009 cuando llevaba una gran cantidad de dinero a Toulouse. Desde entonces la ETA culpó a la policía española por su desaparición y denunció los hechos haciendo público su nombre y sus cargos. Se responsabilizaba al ministro de interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, mientras éste insinuaba que Anza había huido con el dinero. No se supo el paradero de Jon hasta hace tres días, diez meses después de su desaparición. Resultó que el cuerpo de Jon había permanecido en una morgue en Francia y que aparentemente la causa de su muerte había sido un infarto. Los etarras no se creen la versión oficial y junto con los partidarios de la izquierda abertzale denuncian una nueva guerra sucia. Hoy protestaron en las calles de Donosti.

Del caso de Jon en artículos de periódicos pasamos sin darnos cuenta a puros rollos de la cultura vasca. De la izquierda abertzale a la Ikurriña y de ahí a Sabino Arana. Luego el lema “Jaungoikoa Eta Lagizarrak”, los estatutos Euskeldun Batzokiya, el árbol de Guernica, el Euskal Herria… Todo nos ayudó a esclarecer el asunto de los vascos en Pamplona.

Nos enteramos de que Euskal Herria (o Vasconia) además de las tres provincias del País Vasco que ya conocíamos: Álaba, Guipúzcoa y Vizcaya, comprende otras que comparten la misma cultura: Navarra en España y Baja Navarra, Labort y Sola en Francia. La mayor parte de los nacionalistas están en el País Vasco pero también en Navarra una tercera parte de la población se considera vasca y considera al País Vasco una nación.

Yo digo que eso sí es inmersión cultural y no otra cosa. Yo digo que la curiosidad no mata al gato, sólo lo ayuda a estar más informado.

(Y no papá, no por esto soy pro etarra.)

jueves, 11 de marzo de 2010

Bella y real

Por no escribir podría poner de excusa las dos semanas que fueron necesarias para la recuperación de mi pie, o podría echarle la culpa a Arturo, nuestro amigo francés que hace una semana llegó a la casa para prepararnos una cena justo cuando estaba dispuesta e inspirada frente a la pantalla. No puedo, la verdad es que con descaro y desgano abandoné el blog dos semanas. Pido disculpas.


Cuando llegamos, San Sebastián nos deslumbró a todos. Nos deslumbró tanto que dañó algo nuestra vista. Creímos vivir en una burbujita cuasiperfecta, un imposible paraíso nada más que hermoso. Necesitamos un mes para que el flashazo que alteraba nuestra visión nos devolviera claridad, para despertar del embeleso y darnos cuenta de que habíamos llegado a algunas conclusiones estúpidas. En San Sebastián también hay basura en los parques, los perros ladran y mean en las calles, los niños lloran, los insectos molestan, los desempleados piden limosna, los automovilistas hacen sonar el claxon, se suben a las banquetas y se estacionan en doble fila.

No puedo decir que lo vemos todo, pero ahora vemos más. Con objetividad me gustaría volver a dar mi veredicto: Donostia es bella. Es bella porque tiene una playa larga y ancha llena de una arena suavecita para sentarse a escuchar las olas. Es bella porque sus edificios uniformados color marrón se alinean frente a anchas calles para presumir cada uno sus balcones. Es bella porque en las banquetas uno puede caminar tranquilo mirando al frente o adentrarse en sus pensamientos siguiendo con la vista el adoquinado. Es bella porque los parques están llenos de bancas que invitan a sentarse a platicar o ver la gente pasar. Es bella porque el río Urumea refleja los árboles y las luces amarillas que vuelven las noches románticas. Es bella porque los días grises de invierno se alegran con detalles rosas cuando empiezan a florecer las magnolias.

La belleza de Donosti es real porque no es perfecta. A veces me parece que los donostiarras no se dan cuenta de lo afortunados que son. Cuando vemos a los niños sonreír y jugar en los parques podemos ver lo felices que son en una ciudad que tanto les ofrece y tanto los aleja de muchas problemáticas propias sólo de grandes ciudades o de países pobres. Nosotras tenemos la ventaja de ser las viajeras, las paseantes que ven y comparan y admiran y se asombran. Espero no dejar de escribir porque me he dejado de sorprender.

jueves, 25 de febrero de 2010

Banana estrena bidegorria (o El estrenón que di en el bidegorri)

Karla y yo hablamos muchas veces de cómo nos gustaría tener nuestra bicicleta en San Sebastián. Además de estacionamientos para bici en casi todos lados la ciudad tiene muy buenas y largas rutas de ciclovía, el camino rojo que en euskera se dice bidegorri. Es el medio perfecto para moverse, sólo nos faltaba conseguirnos una.

Ayer tuvimos oportunidad de pedalear por primera vez sobre ese camino rojo reservado sólo para los que se mueven en dos ruedas. Karol, nuestro amigo peruano, nos prestó una bici de carretera, linda pero con el ligero inconveniente de no tener frenos. Con las ganas que tenía de dar una buena pedaleada no pude negarme. Fue lindo el viento en la cara y las luces que pasaban rápido a mis lados, fueron cómodos y suaves los movimientos de mis brazos para dirigirla, pero una vez que tomé un poco de velocidad me arrepentí de haberme subido. No había notado que la calle por la que iba era una pequeña cuesta, muy ligera, pero lo suficiente para jalarme hacia delante cada vez con más fuerza. Por más que mi mente intentaba mantener la calma sólo gritaba con terror “¡Manten la calmaaa!”. Apanicada quise usar mi pie para pisar la llanta delantera y frenar un poco, pero tratándose de mí, una acción así de simple se convierte en hazaña. Pasó lo que tenía que pasarme, mi pie se enredó en los rayos de la llanta. El repentino freno además de machacar mi piecito me lanzó hacia delante con mi cara directo al pavimento. Después de cojear de regreso a la casa usé algo de hielo para aliviar el dolor y la inflamación, pero hoy en la mañana mi labio se veía como si acabara de salir de una sesión de botox, y mi pie derecho se parecía más al de un elefante que a su par izquierdo.

No estoy peleada con las bicicletas, es sólo la de Karol la que me cae mal, y como si hubiera sido en venganza le doblé con la caída una parte del manubrio. Suerte que Karol es paciente y además amable, ayer nos ofreció prestarnos su bici por algún tiempo. Si esa condenada quiere quedarse en la casa va a tener que ir con urgencia a reparación, porque algo aprendí, yo no me vuelvo a subir a una bici sin frenos.

lunes, 22 de febrero de 2010

Bilbao


Qué bonito es pasearse por hermosos lugares bien acompañada. El sábado fuimos a Bilbao, sólo a una hora de nuestra Donosti.
Aunque empezáramos el día con algunos tropezones, que haya olvidado mi pasaporte, hayamos tenido que parar al chofer del bus para que nos dejara subir o que no encontráramos hospedaje en ningún lugar son menudencias que nunca afectaron nuestros ánimos (o bueno, tal vez la idea de pasar la noche sin una cama sí nos asustó un poco). Con los tenis bien puestos y listas para una larga caminata bajamos del autobús en la Termibús de Bilbao. Gracias a Tay que ya conocía la ciudad planeamos la ruta del día y nos dirigimos al parque Casilda Iturrizar con uno de los mejores climas que habíamos tenido en días.
Bilbao como San Sebastián deslumbra. Cualquier lugar a donde se dirija la mirada es digno de una postal, pero a diferencia de Donostia, Bilbao es una extraña mezcla de lo tradicional y lo moderno, como una nueva tendencia en moda que parece primero no combinar hasta que uno llega a acostumbrarse.
El pasado fin de semana miles de aficionados al basket se unieron al ajetreado movimiento citadino para ver las semifinales y finales de la Copa del Rey. No tuvimos inconveniente al estar rodeadas de bufandas de cuatro colores y gritos de hombres incapaces de contener su euforia, pero que hayan ocupado todas las pensiones, albergues y hoteles de la ciudad no nos puso nada felices.
Al mal tiempo buena cara. Después de reponernos con un café con leche decidimos seguir disfrutando el resto del día y por la noche ¿quién necesita una cama si la fiesta puede durar hasta la mañana siguiente? Caminamos junto al Río Nervión hasta el atardecer que se estaba luciendo para poder tomar unas bellas fotos del Guggenheim. Ahí no entramos, pero así dejamos garantía de regreso.
La cena más barata y rica de Europa se consigue fácil en el super. Un baguette, jamón, queso, vino y listo, no necesitamos nada más. Con pinta de homeless (aunque eso era exactamente lo que éramos) nos sentamos en una banca a degustar nuestro baguette mientras discutíamos si los montones de piedras frente a nosotras eran arte o no (y sorpresivamente, lo eran).
Regresamos a la estación de autobuses para dejar nuestras mochilas en el locker y apropiarnos del baño como vestidor y tocador. Bien guapas salimos a buscar la fiesta y como pueblerinas que nos hemos convertido nos dirigimos derechito al centro. Nada. Tras una buena vuelta por fin encontramos la zona de bares y sin protestar nuestros pies todavía aguantaron vara para bailar hasta las 7:00.
El viaje en tren de regreso lo pasamos en un sueño intermitente. El domingo y todavía hoy mis pies me reclaman los malos tratos, pero ya les daré su apapacho para que me acompañen al siguiente paseo. Éste apenas fue el primero.

viernes, 19 de febrero de 2010

Les digo que llevamos una vida europea


Ayer fue un día soleado en San Sebastián... por unas horas. Aprovechamos y como iguanas fuimos a recibir los valientes rayitos de sol que habían vencido a la masa de nubes.
Ayer fue un buen día: arena, olas, un poco de sol y música.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Vida europea

La verdad es que uno no sufre ajustándose a la vida europea. Fuera de extrañar el chile y la sazón de la comida mexicana de vez en cuando, la vida cotidiana por acá nos va llenando de lindos y agradables detalles.

Para movernos usamos los pies. Nada de coches, nada de buses. Cuando una ciudad está hecha para el peatón las calles se llenan de vida. Mientras camino voy conociendo y reconociendo lugares y gente: la panadería, la peluquería, la fuente, los chicos guapos, el viejito amable de las zanahorias, otra peluquería… He descubierto que caminar en esta ciudad puede ser una actividad relajante y energizante a la vez, intensa para vivir la ciudad y para rematar, buen ejercicio.

Mientras caminamos, Karla y yo hemos llegado a algunas conclusiones de mujeres.
Primera, que la gente aquí se viste más bonito. No me había puesto a pensar en ello pero hasta la ropa más barata tiene clase y estilo, bien sabido es que Europa es la meca de la moda.
Segunda, que San Sebastián es una ciudad elegante. No por sus edificios y parques y calles, ni por el buen vestir (aunque con todo esto ya llenamos la cuota para una ciudad señorial), San Sebastián demuestra su elegancia con los principitos que por todos lados se pasean en finas carriolas de diseñador. Nadie viste y peina tan bien a sus chamacos y nadie los sienta solemnemente en una primorosa carriola para el paseo dominical como aquí en San Sebastián.
Tercera, que nunca debemos generalizar. Hay donostiarras gilipollas y hay donostiarras majos, porque igual que un adolescente nos voltea la cara cuando le pedimos que nos saque una foto, un señor se detiene a preguntarnos por nuestra salud o cambia su rumbo sólo para señalarnos el camino correcto.
Ya llegaremos a la cuarta, que aquí analizamos cada cosa que da vuelta en la esquina.

En Europa se come bien, se estudia bien, se fiestea bien, se vive bien… pero ¿por qué carajos todo tiene que ser tan caro?

miércoles, 10 de febrero de 2010

Aunque el termómetro no lo diga, en San Sebastián hace calor

El primer sábado de febrero los donostiarras celebran el presagio del carnaval con la fiesta de los caldereros. Las comparsas formadas por niños, jóvenes y adultos, hombres y mujeres se visten como los gitanos húngaros que llegaban a esta ciudad y se pasean por las calles cantando las marchas tradicionales y golpeando sartenes con un martillo.
Nosotros no sabíamos nada de esto. Cuando vimos en la calle a unas niñas disfrazadas pensamos que se les estaba adelantando el carnaval, y cuando un nene nos miró serio desde su carriola nos imaginamos que su mamá le acababa de comprar un par de juguetitos muy monos. Tuvimos la suerte de cruzarnos con Santos, un empleado que supervisaría el tinglado puesto para el evento, y muy platicador nos soltó toda la sopa.
Llegamos a la Plaza de la Constitución en el centro de la parte vieja y guardamos nuestro lugar en primera fila mientras escuchábamos aquí y allá las bandas que rondaban por las calles. Se acercaron unas niñas a regalar dulces y pastas (aka galletitas) y entonces, tras prender la fogata llegó la comparsa. En sus carromatos decorados aparecieron las reinas de la noche: tres hombres vestidos como mujeres con arreglos florales de envidia cada uno y tras ellos, cantando y golpeando cazuelas llegaron las tribus de gitanos.
Toda la noche tuve la sensación de estar entre una gran familia. La entusiasta participación de tanta gente en el evento me recordó que ya no estaba en una gran metrópoli. Además, los vascos desbordan energía cuando de reafirmar sus tradiciones se trata. Con sonrisas por todos lados y música que provocaba mover el cuerpo y marcar el ritmo olvidé el frío. Junto con ellos aplaudimos (a falta de cazuelas y martillos) y cantamos, con absoluta convicción: Qué belleza, qué paisajes contemplamos todos por doquier! Al gran pueblo donostiarra saludamos llenos de placer!

miércoles, 3 de febrero de 2010

Donostia


Llegamos el domingo en la noche después de un largo recorrido con maletas. Tomar el metro en Madrid puede ser cosa fácil pero si cargas con dos maletas (no es típico de los mexicanos viajar ligero) la cosa se complica algo. El viaje en tren me cansó más que el trasatlántico, tal vez por el cansancio acumulado y la paciencia casi agotada.
Aunque fuera de noche, la primera vista que tuve de San Sebastián fue hermosa. Las calles a las orillas del río Urumea estaban elegantemente iluminadas y frente a nosotras el hermoso puente María Cristina, que de haberlo sabido cruzándolo y caminado sólo unas cuadras más llegábamos a nuestro edificio. El piso es perfecto: muy bien cuidado, una ubicación envidiable y al mejor precio que pudimos encontrar. Todos somos de Guadalajara: Tay, Karla, Benjamín, Chuy y yo.
La mañana siguiente salimos a Deusto. El campus no es ni la mitad de bonito que el ITESO pero Karla y yo creemos que su estilo y las clases sí se parecen mucho. Somos muchos extranjeros, un porcentaje grande de México y de México un porcentaje grande de Guadalajara, como si nos hubiéramos puesto de acuerdo.
Me encanta la ciudad, su gente, sus parques, sus edificios... Aunque el clima a veces es molesto la paso mucho mejor que en Mián (lo siento Aranza pero es cierto), y con tanto que ver y hacer el frío rápido se olvida.
No puedo evitar de pronto pensar en casa. Ya los extraño! Pero no me queda más que seguir disfrutando. ¿Qué hice yo para merecer esto? La eterna pregunta que sigue de un eterno agradecimiento.

sábado, 30 de enero de 2010

Ciao Milano


Qué gusto estar otra vez con Aranza! Me encantó conocer su casa, sus amigos, sus rumbos y su rutina. Exceptuando el Duomo que me sorprende cada vez que lo veo, Milán no es una ciudad que me seduce fácilmente. El frío es terrible en esta época y el exceso de diseño se desborda hasta en los artículos más inútiles.
Pero Aranza está aquí, y eso me ayudó a aguantar el frío en mis pies y el sueño en las largas noches que desaparecen sólo unas pocas horas para luego volver.
Haciendo cuentas quedo en deuda con Milán. Me llevé un abrigo como ganga, comí delicioso pazzeroto, me reí como nunca con Aranza, conocí a la dulce Nina, recibí la atención de los Colombo y vi nevar por primera vez... bueno, segunda después de la nevada en Guadalajara (¿esa cuenta?).
Mañana sigue el viaje. Destino final: San Sebastián.

jueves, 28 de enero de 2010

Y nuestra casa se quedó allá atrás, allá adelante que iré a encontrar...

Fueron tres aviones y un camión para ver a Aranza. Aunque la mala salud se la debo a los desvelos de días pasados también les agradezco que por primera vez pudiera dormir profundamente en los estrechos e incómodos asientos de avión. Ni la carnicería y falsa sangre de Distrito 9 me pudieron quitar el sueño. Además, todo salió perfecto, y tanto que me daba miedo perder los vuelos! Desde la ventana del camión llegando a la estación central de Milán vi a Aranza cruzada de brazos por el frío, tal vez algo más cachetona pero la misma de siempre. Ahora me acomodo a su costumbre de fiesta por la noche, pero eso sí, la voy a hacer levantarse temprano mañana. Sólo dos días y tanto qué hacer!

martes, 19 de enero de 2010

Feliz feliz


Oh sí! Qué alivio el de hoy cuando llamé al consulado y me dijeron que en una semana tendría mi visa. No hay tiempo que perder, en una semana también me voy. Por fin tengo fecha de salida!
Estoy feliz porque no voy a llegar tarde a San Sebastián, más feliz porque todavía alcanzo a visitar a Aranza en Milán, y además estoy tranquila: ya tengo casa. Hoy conocí a mis futuros roomies y parece que nos va a ir muy bien.
Como siempre parece ser que las cosas no están tan mal como uno las siente cuando invade el estrés. Después de la tormenta siempre llega la calma... aunque en este caso la tormenta haya sido sólo en mi cabeza.
"Todo está bien, muy bien! Ya no te acuerdas que ibas a suicidarte"

lunes, 18 de enero de 2010

Sin visa

Todo el mundo me decía que no tenía tiempo que perder, que urgía sacar mi visa. Maricha me dijo por teléfono hace ya varias semanas: "¿Qué? ¿No haz ido al consulado? Cuelga ahorita y vete!" Y yo... preocupada más por grabar un cortometraje, hacer una reseña de los medios, subir videos a YouTube, escribir un reportaje y reseñas sobre Thompson, no les hice caso.
A sólo tres días de la fecha en la que me hubiera gustado tomar el avión me doy cuenta de que la regué. Ni visitas a Milán o Madrid, ni un fin de semana para buscar casa y explorar terreno. Nada de nada. ¿Llegaré a tiempo para mis clases?
Encomendémonos al Santo Niño de Atocha (como lo haría Diana) y esperemos lo mejor...
PD: ¿remedios contra el insomnio? ¿o basta sólo con una visa española?

miércoles, 13 de enero de 2010

Estreno Blog

Por fin la eternamente aplazada idea de iniciar mi propio blog se concreta con el pretexto de un viaje. Así es amiguitos, en unos días abandono mi patria hacia tierra vasca. Además de emociones agridulces (más dulces que agrias) siento una enorme gratitud por la oportunidad de estudiar y vivir en España una temporada. Gracias papá y mamá por su constante apoyo y cariño. Gracias a Isa, Vivi, Marita, Alhelí, Diana y Estela por escucharme y darme consejos, sin ustedes tal vez todavía estaría perdida.
Espero que este blog nos haga sentir un poquito más cerca los próximos meses. Con cariño lo dedico a todos los que voy a extrañar... un montón!