jueves, 2 de septiembre de 2010

Alas prestadas de la señorita pájaro

A mí eso de ser poeta no se me da. Olvidarme de metáforas trilladas, despegarme de convenciones, orquestar sutilmente un ritmo o mezclar talentosamente los ingredientes para dar a un texto un sabor refinado y único son cosas dificilísimas para mí. Será mi extraña obsesión por el orden y la claridad, junto con mi severo problema de tener palabras bailando distraídas en mi cabeza que al momento de la función olvidan salir.
La señorita pájaro, sin imaginarlo, me alivianó la noche de trabajo que me esperaba cuando publicó un link y compartió su cofre de tesoritos. Y yo leí y vi y me emocioné (cosa tan bella esa del placer estético), pero esta vez no se pareció ni tantito a leer un escritor consagrado o ver una serie premiada de fotografía. Gran abismo: la señorita pájaro está más cerca, es mi amiga y la quiero.
Así con un optimismo espontáneo me pongo a pensar en la suerte de conocer gente tan bonita y diferente a mí, que si no fuera por extraordinarias circunstancias de la vida nunca habría llegado a conocer. Me conmuevo al reconocer su talento y me contagio con sus ideas y su forma de ver la vida. Aunque yo no sea poeta tengo unas alas prestadas para volar.

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